jueves, 15 de abril de 2010

libro de santiago


Santiago conoce su identidad, su llamado y no duda: siervo de Dios y del Señor Jesucristo.
Pablo se presenta a sí mismo como, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios (Colosenses 1:1; Efesios 1:9; Gálatas 1:1; 2ª Corintios 1:1; 1ª Corintios 1:1; 1ª Timoteo 1:1; 2ª Timoteo 1:1) y siervo de Jesucristo (Filipenses 1:1)
Y ambos en Romanos 1:1 y Tito 1:1 y añade apartado para el evangelio.
Prisionero de Cristo Jesús Filemón 1:1 y Judas.
Pedro: apóstol de Jesucristo. 1ª Pedro 1:1 Siervo de Jesucristo. Y siervo y apóstol 2ª Pedro 1:1.
Juan: siervo de Jesucristo. Apocalipsis.
Vemos que los escritores de las cartas conocían su identidad en Cristo, eran sus siervos, y su llamado apóstol que suele ir unido a su don/dones correspondientes, los que lo eran y no dudaban, por ejemplo Pablo se denomina el apóstol de los gentiles (Romanos 11:13), por lo tanto, sabían cuáles eran sus identidades, su ministerio y sus dones. ¿Me atrevo en plena confianza a decir Albert, siervo de Dios y del Señor Jesucristo? Siervo implica pertenencia, posición y trabajo.
· Pertenencia: Por cuanto a Dios me ha comprado por medio de la muerte de Jesucristo, ha pagado un precio muy alto, para tenerme, soy Suyo. No me pertenezco. Implica también el conocimiento de que nadie puede manipularme, mandarme, tocarme o usarme. Ya que mi dueño es sólo Cristo. El siervo está seguro, y confiado.
· Posición: Ser siervo de Cristo también indica mi posición o status, Él es quien manda, y yo el que obedezco, yo no soy superior a Él. Sino que Él es superior a mí. Implica humildad y devoción.
· Labor o trabajo: La vida del siervo encuentra su sentido en agradar a su Señor, en obedecerle, en cumplir y hacer cualquier cosa para tenerle contento, por supuesto, siempre antes que mis intereses, están los Suyos. De ningún modo el siervo se dedica a cubrir sus necesidades, antes que las de su Señor. En caso del cristiano, indica que el hacer la voluntad de Dios, esta su dicha y su vida, todo por lo que se desvive el cristiano es por obedecer a Jesucristo. Lógicamente, implica obedecer todos sus mandamientos. Si bien, es cierto, que el dueño se ocupa de que El siervo disponga a su alcance de todo lo necesario para realizar este cometido. De la misma manera que Cristo nos da todas sus riquezas para realizar la labor: perdón, gracia, misericordia, entendimiento, fe, dones, poder, etc. Por medio del Espíritu Santo. Hasta ahora hemos descrito todo lo que implica la relación siervo-dueño, pero también es importante notar la relación siervo-siervo, y siervo- no siervo.
Porque a la hora de juzgar, recriminar o desobedecer, al que es siervo de Dios y de Jesucristo, como en el caso de esta epístola, nos vamos a enfrentar con su Dueño, Dios. Ya que si el Dueño (Dios) le ha concedido autoridad, nosotros no somos nadie para quitársela. Porque si tú también tienes por Amo y Señor a Jesucristo sabes de lo que es capaz, y si no lo tienes, ciertamente lo sabrás.
Por lo tanto a la hora de leer las epístolas y en este caso la de Santiago, hemos de enfrentarnos a dos preguntas:
1. ¿Puedo decir junto a Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo? ¿He comprendido que soy un siervo? ¿Me comporto como tal?¿Le doy gracias con mi vida y boca por haberme comprado?¿Le obedezco como siervo y hago su voluntad?¿O sirvo a otro dueño?¿Satanás?¿Yo?¿Conozco mi identidad?¿Mi llamado?¿Mi ministerio?¿y mis dones?¿Porque hay tanta oscuridad con estas cosas?
2. ¿Reconozco la autoridad de Santiago? ¿Estoy dispuesto a creer y obedecer, todo cuanto diga, ya que reconozco la misma voz de Dios en esta carta? ¿Si no lo hago, ante quién me rebelo? ¿Ante Santiago, o ante Dios? Santiago 4:12

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